Llevaba dos noches actuando como si quisiera pasar más tiempo afuera, pues a la hora de entrar, contrario a lo que siempre había hecho, volaba hacia afuera.
La noche del domingo salió y no ha regresado.
Con profunda tristeza, pero con la esperanza de que haya encontrado un compañero con quien compartir el resto de su vida, estaremos atentos cada noche a su ulular en el árbol o a su visita en el corredor de la casa.
Seguiremos gozando de la compañía de Ulaque hasta que el también decida partir.
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